Mi vida en ácido


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Nunca hubo una droga tan romántica como el ácido. Su nombre oficial es dietilamida de ácido lisérgico, y la descubrió al final de los treinta una parejita de médicos, Albert Hofmann y W.A. Kroll, mientras investigaban los alcaloides del cornezuelo de centeno; como se trataba del vigésimo quinto ellos lo llamaron LSD-25. Se hicieron algunas pruebas en animales pero pasó nada, hasta 1943 en que Hofmann lo probó casi accidentalmente. Se puso a ver cosas rarísimas y al día siguiente, en circunstancias supuestamente controladas, ya se dio un viajezotote. (Se metió un cuarto de miligramo, pero uno ya entra en un buen trip con sólo trescientos microcramos.) Después, al principiar los sesenta se empezó a experimentar en el gobierno de Estados Unidos. Esta gente les pagaba a algunos orates para que se metieran cuanticosa. Uno de ellos era el escritor Ken Kesey, un desmadroso de primera, que rápidamente se volvió un paladín de la droga; en Harvard el psicólogo Timothy Leary también se volvió un evangelista del ácido, lo repartía gratis a quien se lo pidiera. Ellos creyeron que esta droga, que abría las puertas de la percepción, iba a cambiar al mundo. Sus seguidores, cuyo nombre ya era Legión en el verano de 1967, lo pensaron también, con una inocencia casi total.

Efectos inmediatos
El ácido es inoloro, incoloro y tiene un sabor ligeramente amargo. Aunque nunca son predecibles sus efectos inmediatos, no por nada al ácido lo colocan en el botiquín de las drogas enteógenas, es decir “las que te comunican con dios”. Dependen del ánimo, la disposición, las expectativas, la personalidad del usuario y, claro, de la cantidad ingerida. Físicamente, se dilatan las pupilas, crecen la presión arterial y la temperatura corporal, hay sudor, pérdida del apetito y del sueño, tal vez temblores, se seca la boca. Nuestros sentidos cambian radicalmente: el techo ondula, por ejemplo, se rompe o se licua; el cuarto se deshace en colores; o el humo del cigarro se convierte en cualquier cosa... Yo una vez vi las medias de una mujer girar, alzarse en el aire, temblar a una velocidad imposible y hundirse de nuevo en medio de un reventón. Nunca se sabe. También puede haber sinestesia: la música no es ya ondas de sonido que recorren el aire sino plastas o gotas de plástico que entran por los ojos, los olores acaso pasan por el tacto, mientras el tacto de una mano es de una intensidad total. Las emociones cambian también en un instante: pasamos del llanto a la risa al terror en unos segundos –o las tres conviven en nosotros. En un rave, hace años (México le acababa de ganar a Irlanda y los oe-oe-oe-oeee ascendían al techo de aquel galerón), sentía una alegría interminable y al mismo tiempo una total nostalgia de la muerte, quería hundirme en esas ruedas de gente que se abrazaba y no salir nunca. Los viajes pueden ser muy largos, seis o siete horas, pero también doce o más. No hay nada que se pueda decir en un espacio del tamaño de éste para reproducir la sensación de un viaje. Ni modo. Cuando regresas, según algunos, puedes pasar puedes pasar algún tiempo en un estado esquizofrénico o deprimido. Nunca lo he visto. Sí he visto, sin embargo, una constante necesidad de hablar del viaje, de revivirlo siquiera parcialmente, pues sabemos que la mente es porosa para el olvido.

Efectos de largo plazo
Los efectos de largo plazo del LSD pueden ser muy profundos. Medio mundo descubrió o creyó descubrir su verdadero yo, cosas así. También ha habido hospitalizaciones por algo que ha sido llamado, no sin cierta parcialidad, “LSD-psychosis”. Se dice mucho que “te puedes quedar en el viaje”, como le sucedió a Syd Barret. No debemos olvidar, sin embargo, que a este grueso carnal, que dio una espesura irrepetible a Pink Floyd, se le vio en un viaje psicodélico ¡durante 30 días seguidos! Y no fue el último. También son muy conocidos los flashbacks, en cuya difusión los medios han tenido una no siempre sana influencia; se trata, en efecto, de una vuelta a un momento intensísimo del viaje, sea placentero o pavoroso, que ocurre sin la influencia de la droga. Por supuesto, hay que recordar que existen flashbacks que ocurren en la vida de una persona que nunca ha consumido drogas pero ha pasado por momentos definitorios, hipergraves. Lo que en inglés se conoce como post-traumatic stress disorder.

¿Vas a probarla?
Poco se puede hacer sino comer bien antes del viaje y mantener a la mano suficiente agua o jugos para la resequedad de la boca; si te duele la cabeza es buena idea bajar las luces (no le metas al organismo más pastillas). También ayuda ser paciente, estar con amigos (un malviaje en soledad puede simplemente no ser soportable), especialmente si alguno de ellos no ha consumido –él te podrá recordar que el pánico se pasará en un rato– y bajarle a tus expectativas... Problemas domésticos, presiones extremas laborales y el uso de otras drogas para empujar el ácido pueden influir negativamente en el viaje.

Música
En lugar de cambiar al mundo, el ácido cambió nuestra percepción de la música. Nos dio, tal vez lamentablemente, el solo lirero de diez minutos, pero también espesuras como Forever Changes de
Love, Revolver de los Beatles (que a mí me gusta más que Sgt Pepper’s, sobre todo por el delirio total de Tomorrow Never Knows: ‘Turn off your mind, relax and float downstream...’) o el Piper at the Gates of Dawn de Pink Floyd, que sirve como epitafio de Syd Barret. Más recientes, hay que oír The Sophtware Slump de Grandaddy, que acaso no haya sido hecho en ácido pero lo parece, y una obra maestra casi total: Scorpio Rising de Death in Vegas.

Intro

Juventud en éxtasis

Pura coca

Mucha mota

La última y me largo


3 comments

  1. Anonymous Anonymous 

    ¡¡¡Pinche Eusebio eres la neta!!!
    Tienes ya un puesto en mi Olimpo.

  2. Anonymous Anonymous 

    es verdad lo que se habla sobre el acido, yo soy laboratorista clinico y enfermero, y que creen me encanta la marihuana, pero el hecho de experimentar con acido es otra cosa, si bien,despierta las persepciones, es bueno para entablar una reflección consigo mismo, yo les recomiendo que lo usen en compañia de alguien grato si se la quieren pasar de lujo y eviten riñas anterior al acto. y recuerden no mesclar mezcalina con L.S.D.

  3. Anonymous Anonymous 

    buen blog

    muy informativo y neto a la vez, que chido

    quisiera enfatizar sobre el viajar con buenas amistades y en buenas condiciones fisicas y mentales; despues de mi experiencia les puedo decir que aun con gente que conoces de siempre, un acido (o aceite como le decian en mi barrio) te pone en un estado tan introspectivo y de "autorealidad" que la cosa se pude poner confusa y dificil. en mi segunda y penultima vez estaba con una buena amiga, que lo probo por primera vez; ella traia unas broncas medio graves y de plano no aguanto el trip, se metio al camping (yo le avise, pero bueno, todos somos libres no?), yo me la pase INCREIBLE, playa en el pacifico, con laguna y todo (playa michigan pa los que conocen). Altamente recomendado en esas condiciones y con unos buenos CDS y suficientes pilas para la grabadora. El dia siguiente fue el bajon perfecto en la hamaca con un par de gallos y buena comida

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