y otros hombres

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[1546; Bernardino escucha a sus informantes y apunta]

El naoalli propriamente se llama bruxo: de noche espanta à los hombres, chupa à los niños por su natura, bébeles la sangre por las sienes; es maléfico, pestífero, haze daño à los cuerpos con los dichos hechizos, y saca de juizio. El hombre que tiene pacto con el demonio se transfigura en animales, y por odio dessea la muerte à otros; usa maleficios contra ellos: hechizería; en él se junta toda la pobreça y miseria: anda lacerado. El hombre perdido es desatinado y atontado en todo, lisiado en alguna parte del cuerpo, amigo de las cosas que emborrachan al hombre: anda como endemoniado: no teme a nadie, ni respeta, se pone en qualquier riesgo; siempre peligra. El moço desbaratado anda como enhechizado, como beodo; fanfarronea mucho: no puede guardar secreto; es amigo de mugeres, está perdido en las cosas que desatinan à los hombres, como los malos hongos y algunas yerbas que sacan al hombre de su juizio. El viejo putañero es de poca estima, de mala fama, necio. El sodomético es abominable, detestable, nefando; digno de quien rían las gentes: en todo se muestra mugeril, afeminado, en el andar, en el hablar, en el dançar, y parece que seduce: haze del ojo. El que tiene dos sexos, el que tiene natura de hombre y natura de muger, el qual llámase hermafrodita, es hombre monstruoso: muger monstruosa; tiene supinos, y amigas, y amigos, y criadas, y tiene gentil cuerpo: como hombre habla, y anda como varón; píntase como muger pero es vellosa; usa dentrambas naturas, dentrambos sexos, con mugeres y con hombres aunque es enemigo destos. El alcagüete dizen las gentes desta tierra ques como un ratón: anda à escondidas engañando à las mugeres; e para engañallas tiene linda plática: es rhetórico; tiene muchos halagos y embustes, que parece que embauca à las mugeres; y sus palabras son comparadas con las flores desta tierra, ò con las rosas, ò con las mariposas que llaman xochipapálotl, que son muy pintadas, muy coloradas, à las mil maravillas: atraen y aplazen con su hermosura. Y assí haze cada uno destos à las mugeres andar vanas, atónitas, desvanecidas. Assí son los hombres malos desta Nueva España.


otras mujeres

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[1546; un fraile franciscano sale a las calles de la ciudad de México y apunta]
La puta es muger pública y tiene lo siguiente: que anda vendiendo su cuerpo; comiença desde moça y no lo pierde siendo vieja, y anda como borracha y perdida. Es muger ganada y polida, y con esto muy desvergonçada, y à cualquier hombre se da y le vende su cuerpo, por ser muy luxuriosa, suzia y sinvergüenza en el acto carnal. Púlese mucho, y es tan curiosa en ataviarse que parece una rosa después de muy bien compuesta; y para adereçarse muy bien, mírase en el espejo, báñase, lávase y refréscase más para agradar. Úntase con ungüento amarillo, que llaman axí, para tener rostro luciente; pónese afeites en el rostro: mundanal, baxa. Tiene de costumbre pulirse los dientes; soltarse los cabellos para más hermosura, y à las vezes tener la mitad dellos sueltos y la otra mitad sobre la oreja; ò júntase los cabellos en la mollera como cornezuelos; ándase pavoneando: mala muger, disoluta. También tiene por costumbre sahumarse con sahumerios olorosos; vístese de huipil ò huipulli holgado, colorido; y masca tzictli ò chicle: esto tiénelo por gala; y tiene accento afectado: dize “ax” ò “ash”. Ándase paseando, buscando vicios, es de coraçón desasosegado, júntase con unos y con otros. Llama haziendo señas con la cara, haze del ojo à los hombres. Quiere que la codicien: engaña à los moços ò mancebos. Quiere que le paguen bien. La adúltera es alevosa, traidora. Vive deshonrada. Tiene ò puede tener hijos bastardos. Por ser tan luxuriosa, con todos se echa; haze traición à su marido; engáñale, tráelo ciego. Esta muger es como la boca del diablo: pervierte el coraçón de las otras mugeres, entristece el coraçón de los hombres. Tiene gentil cuerpo mas véndelo. Es muy retórica quando habla, usa palabras muy sabrosas para engañar, las quales regala como unas rosas, y assí trae con sus palabras dulces à los hombres abovados y embelesados.


otro tigre

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[1545; un fraile franciscano sale a la selva mejicana y apunta]

El tigre anda y bive en las sierras y entre las peñas y riscos, y también en el agua. Es noble, y dizen es príncipe y señor de los otros animales. Y es avisado y recatado, y regálase como el gato, y no consiente trabajo ninguno; y tiene asco de ver cosas sucias y hediondas, y tiénese en mucho. Es baxo y corpulento, y tiene la cola larga, y las manos son gruessas y anchas, y tiene el pescueço gruesso. Tiene la cabeça grande; las orejas son pequeñas; el hucico gruesso y carnoso, y corto, y de color prieto; y la nariz tiene grasienta; y tiene la cara ancha, y los ojos relucientes como brasa; los colmillos son grandes y gruessos; los dientes menudos, chicos y agudos; las muelas anchas de arriba; y tiene uñas largas y agudas; tiene pescuños en los braços y en las piernas; y tiene el pecho blanco; tiene el pelo lezne. Y regaña y muerde y arranca con los dientes, y corta; y gruñe y brama. El tigre blanco dizen ques capitán de los otros tigres, y es muy blanco.

La propriedad del tigre es que come animales, como son ciervos y conejos, y otros semejantes. Es regalado, y no es para trabajo; tiene mucho cuidado de sí: báñase. Y de noche ve los animales que ha de caçar; tiene muy larga vista, aunque haga muy escuro, y aunque haga niebla, ve las cosas muy pequeñas. Quando ve al caçador con su arco y saetas, no huye, sino siéntase mirando hazia él, sin ponerse detrás de alguna cosa ni arrimarse à nada. Luego comiença à hipar; y aquel ayre enderéçale hazia el caçador à propósito de ponerle temor y miedo, y desmayarle el corazón con el hipo. Y el caçador comienza luego à tirarle, y la primera saeta, ques de caña, tómala el tigre con la mano y házela pedaços con los dientes, y comiença à regañar y à gruñir; y echándole otra saeta, haze lo mismo. Los caçadores tenían cuenta con que no havían de tirar al tigre más de cuatro saetas; ésta era su costumbre ò devoción; luego el caçador se daba por vencido; y el tigre luego comiença à espereçarse y à sacudirse y à relamerse. Recógese y da un salto como volando; se arroja sobre el caçador; aunque esté lexos diez ò quince braças, no da más de un salto. Va todo enerizado, como el gato contra el perro; luego mata al caçador, y se lo come. Mas el caçador diestro devierte el tigre, y hiérele. Y luego el tigre da un salto hazia arriba, y tornando à caer en tierra, tórnase à sentar como estaba antes. Y allí muere asentado sin cerrar los ojos. Aunque está muerto, parece bivo.


canibalismos


Para mí, publicar en Espectro de Brocken es como publicar en Clásicos Castalia con notas de A. Alatorre. Así sea un microtexto y sobre caníbales. Si a alguien le dan ganas: clic.


un lenguaje del sexo

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En cualquier idioma, el lenguaje de la comida es también el lenguaje del sexo. Panocha, por ejemplo, según los diccionarios puede ser una mazorquita o un racimo de uvas o un conjunto de tres o más boquerones que se fríen pegados de las colas y otras tantas cosas comestibles. También son órganos femeninos papayas, cerezas, pepitas, panelas; mangos, melones, senos como dos pomelos recién nacidos en el jardín del sol; conchas, chochas y almejas. (Nota mental: recordar la vagina ostra que viene en Thérèse philosophe, del libertino siglo xviii, donde un écclesiastique sensuel, luego de un cunnilingus fallido, debe optar por el “humillante recurso de escupir en la ostra que no puede tragar”.) Son nalgas los bollos, las tortas, los jamones. Longaniza, chorizo, salchicha, chile, plátano (dominico o macho, según), pepino, salami, peperoni, zucchini; weenie, una salchicha estilo vienés (Wiener), es también un pene; también un taco de cabeza, un camarón, una verdolaga o la verdura en general, un chupirul y hasta un pirulí; los testículos son güevos, nueces, criadillas, cocos, cacahuates, aguacates (más bien al revés: los aguacates son testículos: ahuácatl). El ano, obviamente, es de chocolate o de cajeta.

Comestible también es el lenguaje (o, al menos, un lenguaje) que usamos cuando queremos llegar a las caricias: bizcocho, chou: col, pumpkin: calabaza, cupcake: panqué, honey: miel, o bombón le decimos de cariño a una persona del sexo de nuestra preferencia… En un poema del XVI (In secreit place this hyndir nycht) del escocés William Dunbar una mujer se refiere así a su amante:

My belly huddrun, my swete hurle bawsy,
my huny gukkis


que significa algo como esto: “tontote mío, mi becerrito lechal, mi pastelito de miel”; en otro, pero de Thomas d’Urfey (1719), de título My Mistress’ Cunny (cunny, hermano amable de cunt, está probablemente relacionado también con el latín cunnus y, por tanto, con nuestro querido coño), está escrito: mi mujer es un panal de abejas en aquel jardín floreado: as under the bee-hive lieth the wax, / and under the wax is honey, cual bajo el panal yace la cera y bajo la cera la miel, so under her waist her belly is placed / –and under that her cunny: el coño como una fuente de miel… En una chanson francesa una señorita describe con minucia lo que sucede en su cama; hay salmón, langostino, bombones, chabacanos; hay este pasaje:

Je me fais gauler la mignardise
Je me fais rafraîchir le tison
Je me fais grossir la cerise
Je me fais nourrir le hérisson...


En Gutiérrez Nájera también está esa mezcla deliciosa, sólo que refinada; puede describir a una griseta así:

Ágil, nerviosa, blanca, delgada,
media de seda bien restirada,
gola de encaje, corsé de crac,
nariz pequeña, garbosa, cuca,
y palpitantes sobre la nuca
rizos tan rubios como el coñac.

y, de plano, todas las mujeres pueden pertenecer a un menú y una carta de vinos:

Las novias pasadas son copas vacías,
en ellas pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos... huyeron los días...
¡Traed otras copas con nuevo licor!

¡Champán son las rubias de cutis de azalia;
borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos obscuros son vino de Italia
los verdes y claros son vino del Rhin!

¡Las bocas de grana son húmedas fresas,
las negras pupilas escancian café,
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té!

¡La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor...
Las copas dejemos...; si queda una gota,
que beba el lacayo la heces de amor!

También hay acciones sumamente culinarias: hide the sausage (esconder el chorizo), tremper le biscuit (sopear la galleta) o su equivalente español: mojar el churro… Hacer la sopa, comer conchas (con o sin chocolate), bajar por los refrescos, eat fur pie o nush que viene del alemán naschen, que significa, en mexicano, echarse un taco. Y, por supuesto, el más inocente de todos y origen mismo de esta nota: echarse un caldo, cuyo nostálgico sonido va desapareciendo velozmente. En la primaria, hacia 1980, aún lo decíamos, a pesar de que el viejo Diccionario de mejicanismos de Francisco J. Santamaría afirmara que la acepción del caldo como faje estaba caída en completo desuso, y citara este pasaje del todavía más viejo Periquillo (cap. XIV de la 1a. parte): “Este caldo, ¡alerta, casados y padres de familia que sabéis lo que es el honor!, es el manoseo que tienen (los mozos bailadores o, como les dicen, “útiles”) con nuestras hijas y mujeres, las licencias pasan mil veces de las manos a las bocas, convirtiéndose los manoseos claros en ósculos furtivos, que las menos escrupulosas no llevan a mal, y las que se llama prudentes y honradas disimulan y sufren por evitar prudencias.” (Gracias al querido Arturo por la referencia que, por cierto, también aparece en
¿Relajados o reprimidos?) Y, aunque Lizardi recomendaba que “ningún escrúpulo está demás para evitar estos excesos”, nuestros caldos no sucedían en jamaicas (bailes desmadrosísimos del xviii) sino esos elementales cerebros de nueve o diez años, por supuesto, e incluso en ese espacio privadísimo los pezones se resistían a hacer su ansiada aparición, ya no digamos las vaginas, imposibles, inimaginables tesoros ocultos.

La comida es sexo y es dolor, escribe Tony Bourdain, el más caliente de los cocineros, que alguna vez vio, en la parte de atrás del restaurante pocilga en que trabajaba a su jefe, Bobby, “cogiéndose por el culo, escandalosamente, a una novia recién casada, ella inclinada con mucha coquetería sobre un tonel de cuarenta litros, con el traje blanco remangado por encima de las caderas, él con el delantal por encima de la panza. Los ojos de la novia revoloteaban y se le hundían en las órbitas, en una despedida de soltera improvisada, mientras su nuevo esposo masticaba feliz de la vida callos de hacha bien fritos que nosotros le servíamos, en el comedor… Ese día –concluye– supe por primera vez que quería ser chef.” La comida es sexo, repite Bourdain ahora mismo en algún lugar del mundo, ardiendo de razón.


perlas de inteligencias ociosas


Uno
–¿Qué pensará mi perra Lula cuando se sube a un elevador?
Vicadín: –Seguro piensa “estos güeyes ya inventaron la teletransportación”.

Dos
–¿Qué fue primero, el llavero o el hoyito que traen las llaves?

Tres
Extraídas del otro Diccionario de Autoridades:

apaparchar. tr. Copular, nomás que con cariño.

hipermeabilizante. adj. med. Que tiene virtud para aumentar hasta el extremo la excreción de la orina. U. t. c. s. m.


sextina

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[426 años después, camões despierta, recuerda y reflexiona]

qué lenta se me fue esta puta vida,
qué corta aunque me juren que estoy vivo,
nada es el tiempo y nada abrir los ojos,
güeva el pretérito, y mejor no hablo
del futuro, se van los días paso
a paso, pasa la edad y la pena
queda, y qué pinche me salió esta pena,
hora tras hora el claustro de una vida,
la parca en firmes, recia, siempre a un paso,
si estoy muerto da igual o si estoy vivo,
y por qué duermo, sueño, pienso, hablo,
si todo se me borra de los ojos
salvo los suyos, abisales ojos
que mueven a la rabia y a la pena
pues no comprenden nada si les hablo
y al final de esta larga y corta vida
no va a incendiarme de ella un rayo vivo
que medio salve todo cuanto paso,
y ya sé que de nuevo el negro paso
va a quemarme el fusible de los ojos
antes que ella demuestre que estoy vivo

–será testigo la pluma (qué pena)
que escribirá el fastidio de la vida,
lo que nunca pasó y que siempre hablo…
carajo, ya no sé ni lo que hablo
ni qué escribo, de un pensamiento paso
al otro, de verdad esto no es vida,
difícil no creerles a los ojos,
y pensar nomás cuál va a ser la pena
que traduzca esta pena de estar “vivo”
(en la mente recluyo un fuego vivo
que si no respirase mientras hablo
volvería ceniza cada pena)

–mejor me callo, zarpa tú, es un paso,
olvidémonos de esto, abre los ojos,
la vida se está yendo, puta vida,
la vida nos olvida, no hay un vivo,
ojos en blanco, muerto yo, que hablo
y nunca doy el paso –es una pena.


envío de envíos

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Querido Adrián:

Sean puro artificio, pequeñas flores que se abren sobre la página y un segundo después se marchitan; sean graves, penserosos, funerales; sean explosiones del corazón o del verbo: no importa, el parto de los versos es trabajoso, es un afán que a veces duele. Por eso a mí no me sorprende que los poetas, desde el principio, hayan querido hablar con sus poemas. Catulo, por ejemplo, les pide a sus endecasílabos que se alcen de todas partes, cuantos haya, vayan y acosen a la ladrona de su cuaderno de notas

adeste, hendecasyllabi, quot estis
omnes undique, quotquot estis
omnes...

El envío, esa curiosidad que ha estado royéndote y por la que me preguntas, una “estrofa” (puede ser un verso, puede ser mucho más) que se coloca al final del poema, combinaba en principio esa necesidad de hablar con nuestros versos con la necesidad de la dedicatoria que, dice Borges, “como todos los actos del Universo, es un acto mágico”, y es también “el modo más grato y más sensible de pronunciar un nombre”. Los primeros maestros del envío fueron los trovadores de Occitania. Casi no se les iba un poema sin una estrofa final en que les pedían a sus versos algo, cualquier cosa. Esos güeyes estaban locos: codificaron todo e inventaron formas hiperestricas: la cansó, por ejemplo, la viadeira o la durísima sextina. Esta forma, se supone, la inventó el gran gran jefe
Arnaut Daniel (siglo XII; ya lo recordarás: Dante le dice il miglior fabbro, máximo artífice, cuando se lo encuentra en el Purgatorio; ahí, por cierto, Daniel le habla a Dante en occitano, y le implora

-----------------
per aquella valor
que vos guida al som de l’escalina,
sovenha vos a temps de ma dolor


“por esa fuerza que te guía a la cima de la escala, recuerda a tiempo mi dolor”; en fin); es una forma muy difícil: seis estrofas o estancias de seis versos, cada uno de los cuales termina con una palabra distinta que no debe rimar con ninguna de las demás; esas palabras deben repetirse en todas las estrofas, aunque nunca en el mismo orden; hay, además, un envío de tres líneas, en el cual deben estar incluidas las seis palabras. ¿Te imaginas las restricciones que eso implica para la naturalidad el discurso? Está cabronsísimo. (¿Te suena demasiado extraño así contado? Acá está completa una sextina de Jaime Gil de Biedma, Apología y petición:
clic.) La primera sextina que conocemos es la de Daniel; su envío va así:

Arnautz tramet sa chansson d’ongl’e d’oncle
a grat de lieis que de sa verg’a l’arma,
son Desirat, cui pretz en cambra intra,

o sea: Arnaldo envía su canto de uña y tío con permiso de aquella que sostiene de su vara el alma, a su Deseado, cuyo mérito en la habitación entra. (Las seis palabras que se repiten durante toda la sextina son: ongle: “uña”, oncle: “tío”, verga, arma: “alma”, cambra: “habitación” e intra: “entra”. Para entenderle bien al envío hay que leerla toda:
clic.) Y de ahí pal real: el envío (the author’s parting words dice el OED), como tantas otras cosas que agitaron los trovadores (el amor, para no ir nada lejos), se aparece en todas partes de la lírica medieval –y con todos los talantes. Los hay, por ejemplo, precautorios como este de Juan de Mena para el rey Juan II y el príncipe Enrique:

La concordia non abonda
si firmeza non rescibe;
fasta tanto que concibe
non se queda la cachonda...

es decir: la hembra en celo no se calma hasta que se ayunta (los conspiradores no se estarán en paz: únanse padre e hijo en contra dellos); los hay fúnebres, como este de Eustache Deschamps al final de su
balada a la muerte de Chaucer, “gran traductor, alto poeta de dulce melodía”:

Poete hault, loenge destruye,
En ton jardin ne seroye qu’ortie:
Considere ce que j’ai dit premier,
Ton noble plant, ta douce mélodie.
Mais pour sçavoir, de rescripre te prie,
Grant translateur, noble Geffroy Chaucier;

los hay de lamento, como el de la increíble balada de Villon sobre las
Damas de antaño, un ejemplo finísimo del nostálgico género del vbi svnt, el ¿dónde quedaron los buenos tiempos? (Gabo seguro recordará ese gran poema; lo discutimos alguna vez cuando leíamos el espeso Wanderer, detenidos boquiabiertos en aquellos versos hipercabrones:

Hwær cwom mearg? Hwær cwom mago? Hwær cwom maþþumgyfa?
Hwær cwom symbla gesetu? Hwær sindon seledreamas?


¿a dónde fue el caballo, a dónde el guerrero, y el Señor, y los asientos del banquete, y los gozos del salón a dónde?); pues el jefe Villon se pregunta lo mismo: ¿a dónde se fueron Eloísa y la reina blanca como el lis y Flora y las nieves de antaño?, y termina así:

Prince, n’enquerez de sepmaine
Où elles sont, ne de cest an,
Qu’a ce refrain ne vous remaine:
Mais où sont les neiges d’antan?

Príncipe, no preguntes qué fue de ellas, queda apenas un estribillo: ¿a dónde se fueron las nieves de antaño? Uf. (Dato curioso: siglos después al propio Villon –“príncipe de la canción de lágrimas y fuego, tu nodriza fue una puta, un dios fue tu Señor”– le tocó ser destinatario de un envío; remitente: Swinburne [
clic]:

Prince of sweet songs made out of tears and fire,
A harlot was thy nurse, a God thy sire;
Shame soiled thy song, and song assoiled thy shame.
But from thy feet now death has washed the mire,
Love reads out first at head of all our quire,
Villon, our sad bad glad mad brother’s name.
)

Y obvio: los hay amorosos como este, ya más pa’cá (siglo 16), del bueno de Fernando de Herrera:

Canción, Amor me mueue
y mi alma con él está presente
en tierra y mar y ayre y fuego y çielo,
que no ay donde pueda estar avsente;
yo solo estoi en el svelo,
falta del ser vmano; si te agrada
conmigo queda en soledad criada:

qué espeso: estoy tan solo que nada más te tengo a ti, oh rola. Después de Herrera, las canciones dejaron de tener envíos. Y, en general, medio mundo se olvidó de ellos, salvo en la ocasional sextina o balada (como la de Swinburne) o en el juego arcaizante o paródico, que luego daría la simpatiquérrima
Ballad of baseball burdens (inspirada también en Swinburne), que termina así:

Ah, Fans, let not the Quarry but the Chase
Be that to which most fondly we aspire!
For us not Stake, but Game; not Goal, but Race –
This is the end of every fan’s desire.


(Aunque, claro, nadie se olvidó de las dedicatorias; sólo del envío como coda establecida, si se le pudiera decir así.) Por suerte, el modernismo lo retomó, le dio la vuelta y supo, también, darle una nueva personalidad más expresiva, más individual y muchas veces más desgarradora. Ahí está, por ejemplo, el envío del
Idilio salvaje (muy probablemente la mejor “secuencia de sonetos” escrita en México en cualquier momento), donde Othón cuenta una relación tardía, dolorosísima, grito roto como el de un monje herido, reflejado y continuado en el paisaje potosino. Así va el envío en forma de soneto:

En tus aras quemé mi último incienso
y deshojé mis postrimeras rosas.
Do se alzaban los templos de mis diosas
ya sólo queda el arenal inmenso.
---Quise entrar en tu alma, y qué descenso,
¡qué andar por entre ruinas y entre fosas!
¡A fuerza de pensar en tales cosas
me duele el pensamiento cuando pienso!
---¡Pasó...! ¿Qué resta ya de tanto y tanto
deliquio? En ti ni la moral dolencia,
ni el dejo impuro, ni el sabor del llanto.
---Y en mí ¡qué hondo y tremendo cataclismo!
¡Qué sombra y qué pavor en la conciencia,
y qué horrible disgusto de mi mismo!

Qué jodidez, carajo. Para mí está claro que, a partir de ahí (aunque no creo que por la sola existencia de ese soneto) el camino estaba abierto para hacer lo que uno quisiera con sus envíos. (Pound, il migliore fabbro para Eliot, tiene un poema que es un envío todo él:
clic.) Paz cierra su Vida sencilla con un envío endecasílabo que redime en parte al poema de sus lugares comunes (“beber y en la embriaguez asir la vida”, “saber partir el pan y repartirlo”, etc etc):

Tal sobre el muro rotas uñas graban
un nombre, una esperanza, una blasfemia,
sobre el papel, sobre la arena, escribo
estas palabras mal encadenadas.
Entre sus secas sílabas acaso
un día te detengas: pisa el polvo,
esparce la ceniza, sé ligera
como la luz ligera y sin memoria
que brilla en cada hoja, en cada piedra,
dora la tumba y dora la colina
y nada la detiene ni apresura.

Y
Luis Antonio de Villena ejerce su bizantinismo decadente con una belleza púrpura en el envío de la preciosa Balada a un dominus presente:

Ignorarás, ignorarás, virrey del reino puro, cuántas tardes
te adeudo, y cuánta ilusión he alcanzado en tu hermosura.
Acaso mi imaginación no se estreche a los hechos.
Acaso no hayas nunca de ser el íntimo nabab que ya te sueño.
Pero déjame creer que ahora eres feliz, a pesar de las cuatro
paredes, y de esos otros muros de una severidad paterna.
Déjame pensarte pasional y rotundo como una tinta roja.
Que me manche los labios soñando en tu alegría
y que construya en ti sólidamente el mundo que no tuve
y el que nunca tendré y el que a ti te deseo (sin sombras ni piedra
en el camino) ardientemente, ardientemente.

¿Ves a qué me refiero, querido
Adrián, con que el envío se volvió una expresión más desgarrada? En fin, que tal vez el más delicado de todos los envíos sea este de Alfonso Reyes. Es el último de los Romances del río de enero que ese querido maestro planeó así: “Once romances, de once cuartetas cada uno, procurando que todos acaben en la décima estrofa, para que la undécima cuelgue, arete o broche.” Ese arete, en realidad, es el envío de cada romance; y el undécimo romance, broche de la serie, es a la vez el envío de todos los demás; y su envío –su estrofa undécima– encierra todo el poema, que a su vez es encierro (una cajita, un joyero) de los otros diez. ¡Qué plan hermoso! Está dedicado a un río y a una mujer (a una mujer que es un río y viceversa). Te lo voy a copiar todo porque su dicción es bellísima:

Envío

Mercedes, Río, Mercedes,
soledad y compañía,
de toda angustia remanso,
de toda tormenta orilla.
---Y porque nunca pensé,
y porque yo no sabía
que hay en el mundo una raya
donde el mundo es lejanía;
---una zona en que las sienes
se curan de las espinas,
y el mismo dolor se envuelve
y a sí propio se acaricia;
---las lágrimas se deshacen
con el calor de la vista,
y no digo las memorias,
que ésas nadie las alivia.
---En feliz continuación
de tantos siglos henchida,
quema la historia tu cara,
tu esperanza la abanica.
---Y juegas las apariencias
como la criolla sabida
que, más que en sus amuletos,
en el tiempo se confía.
---Esmaltes de mariposa,
cosa tan liviana y fina,
bastan a rasgar el sol
en siete espadas furtivas.
---Así tú, con el encanto
de tu leve cortesía,
encadenas voluntades
y las perdonas cautivas.
---Tus calles se van al mar
cargadas de carne viva
y en tus angélicas aguas
te siembras y te bautizas.
---Ancha, generosa nave,
con San Telmo a la vigía,
sirtes venzas, salves vórtices,
salgas a la gloria un día.
---–Llego al fin de mi canción,
que es ya más tuya que mía,
y no pude, Río de Enero,
decirte lo que quería.

Y ya termino. Ahora te toca a ti escribir los poemas y sus envíos. Este texto, esta pequeña suma de envíos, era nada más para inspirarte a mover la pluma o los dedos sobre el teclado; no supe hacerlo bien, ni modo, y no pude, como nadie puede, decirte lo que quería.

Tu amigo,
Alonso


1. 2. 3.

34 comments

1.
el problema regresa:

oye, niña ojos de papel volando,
¿me traes de tu pendejo o qué te pasa?
te apersonas así nomás en casa
con los pants a la cadera, mirando
---asomada a la ventana, le gritas
a la calle, a la gente, me preguntas
¿cómo se me ven los senos? y juntas
los dedos y te tocas las puntitas
---que refulgen, monedas de oro, dioses
habitan en tus tetas, en tu mano,
sé que cogiste ayer con un fulano
y no me importa mientras vengas y roces
---mi verga con tu lengua. desespero.
ya déjame en la paz de mi chiquero.

2. clic
dice elia en ivaginaria: me encanta hundirme en las cuevas llenas de muchachos dañados por las drogas, pletóricos de alcohol, enfermos de versos y de citas, enfebrecidos de tanto coger con quien ya ni recuerdan... ugh. se antoja.

3.
pues sí: hay quien los detesta [yo, un poco], hay quien los adora [medio mundo], pero para un desempance del densito y más bien amargoso bonche de comentarios del post pasado, va un meme [dios, de nuevo ese palabro] nomás porque me lo dejó
la pausa inútil y pues a él, coleccionista de biblias y aficionado a taxi driver, le contesto lo que me pida.

cuatro trabajos que he tenido
1. dibujante de retratitos de autores clásicos para el libro lengua y literatura 2 de santillana
2. dictaminador de textos para editorial planeta
3. maestro de “degustación de vinos” [daba material y todo]
4. crítico de comida

cuatro películas que puedo ver una y otra vez
1.
taxi driver
2.
heat
3.
lèolo
4.
the royal tenenbaums

cuatro lugares donde he vivido
1. la roma
2. satélite
3. viena
4. la san miguel chapultepec

cuatro programas de tv
1. los simpson [hace siglos; antes de que se inclinaran por la idiotez]
2. x-files [ídem]


cuatro lugares donde he ido de vacaciones
1. oaxaca [las tlayudas…]
2. zacatecas [los jochos!]
3. nueva york [carajo, los jochos!]
4. viena [puta madre, los jochos!]

cuatro comidas preferidas
1. hamburguesa
2. sopa de lentejas
3. kebab
4. taco al pastor

cuatro lugares donde preferiría estar ahora
1. en monterrey
2. en la buenos aires
3. en la rue dante, rive gauche
4. en campeche

cuatro famosos que he conocido
1.
alain ducasse
2.
pierre gagnaire
3.
juan mari arzak
4.
alain passard
[claro, a los cuatro los conocen en su casa, mais…]

cuatro sitios web que visito a diario
1.
language log [neta total]
2. yahoo.mail
3. blogspot y varias de sus extensiones
4.
OED

cuatro trabajos que me gustaría tener
1. chef [flying-chef, para ser exactos; de los que nada más dan entrevistas y aprueban el nuevo restaurante en ¿tokio, playa del carmen, lyon? que abrirán en su nombre]
2. doblador de camisas en zara [tanto tiempo, tan poco que hacer…]
3. cantinero en el centro
4. paseador de perros [un trabajo para la condesa…]

cuatro platillos que detesto


cuatro posibles primeras impresiones que doy
1. mamón
2. tímido
3. que “estoy chavo”
4. que “no mato ni una mosca”

cuatro olores favoritos
1. absoluto favorito: carne cualquiera sobre carbón. tizne, pues
2. lula, mi perra [güele a fritos/palomitas de maíz]
3. almohadas
4. ¿quién no? tierra mojada [petricor, pa los exquisitos]

cuatro cosas que me encantan y no tienen mucho que ver con mi “profesión”
1. el cine
2. los perros
3. la música
4. las calles del centro

cuatro cosas para las que estoy negado
1. el ritmo
2. la sobriedad
3. la química
4. el chateo

cuatro cosas que colecciono
1. revistas
2. discos
3. películas
4. libros
[un tiempo: cuchillos de cocina; otro: sacacorchos. suenan menos ñoños que los anteriores pero ya me quedan poquísimos.]

cuatro canciones favoritas
1. pulp: common people
2. leonard cohen: dance me to the end of love
3. tindersticks: another night in
4. rem: find the river

cuatro libros favoritos
1.
carroll & gardner: the annotated alice
2. milton: samson agonistes
3.
borges: el aleph
4. mencken: the american language

cuatro víctimas deseadas pal post
no, pus no


  • EL PROFILE (COMPLETO)
    BREVE MANIFIESTO ANTROBIÓTICO

    THE SPECTATOR

    CLIC: BLOGS OF "NOTE"

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    DANZA CON LOBOS

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    ERECCIONES Y HUMEDADES LAS QUEJAS DEL JOVEN WERTHER PURA POESÍA TRADUCIR/SER OTRO DRUNK, THAT'S ALL GLOTONERÍAS ANYBODY FANCY A LINE? LA LISTA ANTROBIÓTICA

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