catulo: ochenta y cinco

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la realidad del acto

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[el “primer” autor de este poema es robert graves; lo traduje hace añales, dizque para buscar una beca, que afortunadamente no me dieron; luego lo perdí, junto con el original inglés; ésta es una versión medio corregida de un papel anciano que encontramos en una noche memorable, la primera en regina, de agosto pasado, obvio ya sin el texto inglés a la vista; el resultado, tal vez, es ridículo. si alguien tiene a la mano el original y no le molesta transcribirlo, favor de pegarlo en los comments o enviarlo a restaurantros@hotmail.com]




al otro lado del estrecho callejón del mundo
yaces tú en cama, tus senos, jovencísimos, hormiguean
besos imaginarios; fruncidos los labios,
apretados los puños.

te sueñas desnuda entre mis brazos
bajo un roble, oculta;
el sol altivo espía entre anchas ramas,
mudos todos los vientos.

prolongas eternamente el momento
de tu delirio: un primer combate,
callado, inevitable, temeroso,
dulcísimo.

¿será así en realidad? ¿reflejará la realidad
tus virginales éxtasis:
amor de veras,
libre de las circunstancias y de la culpa y de la pena?

te toca, ahora, decir “ven”;
te toca ahora preparar la cama;
te toca, como única anfitriona
de tus sueños blancos
–te toca abrir la puerta, quitarle los seguros,
te toca sacudir las manzanas del árbol,
te toca partirlas con las manos
para que podamos comer los dos.

mas la esperanza está tan lejos de la realidad
como el resplandor de la realidad misma en la memoria;
la realidad es un lóbrego regreso a los principios del hombre:
es prueba de nuestra dureza, prueba de una voluntaria
y ciega aceptación del otro
como carne también.


después de coger

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después de coger
nos gusta bañarnos
a mí me gusta el agua más caliente que a ella
su cara es dulce muy tranquila
y se me queda viendo y me enjabono
primero me enjabono
los güevos me levanto
los güevos los aprieto
y me aprieto la verga y me la lavo
no mames todavía la traes bien parada
y me lavo los pelos
y la panza la espalda el cuello las piernas
y sonrío sonrío
------------------y sonrío
y paso entonces a lavarla a ella
uf primero le lavo el coño me
paro atrás y le pongo la verga entre
las nalgas y quedito
l’enjabono los pelos
la lavo moviendo suavemente
la lavo un poco más de lo que debo
y me paso a la parte de atrás de las rodillas
a los muslos al culo a la espalda y al cuello
le doy vuelta y la beso
l’enjabono las tetas y la panza
la garganta y los muslos los tobillos
los pies y las rodillas y otra vez
el coño para ver si me da suerte
nos besamos de nuevo
y ella sale secándose y me quedo
un rato más le subo a la caliente
esto es la vida el milagro el amor
me salgo es mediodía y hay silencio
nos vestimos y hablamos
de qué vamos a hacer
y estar juntos resuelve ese dilema
mientras esté resuelto ese dilema
en la historia del hombre y las mujeres
para cada quien es
diferente también para mí yo
recuerdo más allá
del dolor la derrota y la desdicha
y cuando me lo quites
que sea lentamente
que sea suavemente
como si muriera en el sueño y no en la vida
----------------------------------------------------amén


para el principio de una historia del vodka

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me gusta este soneto:

yo quisiera vivir en el sosiego
y despertar temprano en la mañana,
beber agua, comer comida sana
y quitarme lo brusco y lo rejego.

quisiera terminar este trasiego
de vodka, chicharrón y carne humana
y ver a la lechuga como hermana
con los ojos en blanco de borrego.

yo querría rezar; cantar ho sanna;
querría ser más tonto que un galego
perdido en la planicie vaticana.

yo quisiera ser mudo, sordo, ciego
para no ver el culo de la diana
y venerar la tilma de juan diego,

menos por su innegable simpatía que por tratarse del único que recuerdo ahorita en que se incluye al querido vodka. [quién sabe sonetos, pero poemas vodkianos hay muchos, como aquel que comienza

cuando un hombre
llega, aburrido, tira
la chaqueta en la cama, se sirve un vodka, y
con rostro impenetrable
conecta el aparato de la televisión,

en el cual josé maría álvarez termina gritándole sus verdades a sharon stone:

meter la lengua en esa boca
y recibir la suya, debe ser
¡dios! como la sacudida en la inteligencia cuando
se lee a shakespeare o a borges, o a nabokov, como
lo que debió sentir colón
al oler la tierra...

o aquellos en que karmelo iribarren enuncia los extremos de su tedio.] pero el vodka es un alcohol de prosa, de duros párrafos que no se detienen en puntitos, sino son una larga mentada y bajan por la garganta como bajaría un azotador; me acuerdo que en tver había una tienda y en la tienda un aparador todo cochambroso y en el aparador botellas como de leche tapadas con aluminio y el líquido que traían adentro era color lila, el único vodka color lila, y nadie nos iba a decir si estaba adulterado, había que probarlo, y cogimos dos botellas y las llevamos al campamento y nos sentamos al fuego qué pinche frío hacía y el frío nos dio valor y abrimos la madre esa y nos arrancó el aliento las mandíbulas se nos trabaron y la lengua sangraba entre los dientes la garganta se nos contrajo y el estómago se revolcaba de dolor y ya no quedaba otra opción que tomárnoslo todo qué más daba carajo si de cualquier manera teníamos las vísceras de fuera las lágrimas se nos salían de los ojos, y ahora el vodka no es lo mismo se perdió su espíritu su emoción se fue al demonio es un producto más es un anuncio en la calle en las revistas en la tele y ya, se perdió su poesía su mythos su métrica y su verso al coño la suya ya no es la prosa de dostoievsky o de tolstoi es la prosa del mercado yo quisiera volver a beber como entonces y vomitar otra vez sobre la nieve y que en ese vómito hubiera una promesa y una música


escotes



1.
como todos los hombres y la gran mayoría de las mujeres, yo también estoy obsesionado con los escotes. el escote siempre invita a una digresión de la mirada, siempre se agradece y muchas veces es bello. el más profundo de los escotes literarios nació de las tetas de la giganta de baudelaire. éste escribió:

et parfois en été, quand les soleils malsains,
lasse, la font s’étendre à travers la campagne,
dormir nonchalamment à l’ombre de ses seins,
comme un hameau paisible au pied d’une montagne:


y a veces, en verano, a la hora de los soles terribles, dormir a la sombra de sus senos, como un tranquilo pueblo al pie de una montaña. swinburne, pensando en esa giganta y en su amado baudelaire, produjo el máximo escote (ave atque vale, verso 62): the deep division of prodigious breasts. uf. no puedo ver a una mesera del zinco sin pensar en ese verso. en este escote de sor juana no se alcanza a ver casi nada y aun así conmina a una urgente erección:

tránsito a los jardines de venus,
órgano es marfil, en canora
música, tu garganta, que en dulces
éxtasis aun al viento aprisiona

(porcierto #1: ese romance sorjuanesco es puro virtuosismo: clic. porcierto #2: en realidad, aunque ni siquiera el diccionario de autoridades puede evitar ser cachondo: “se llama también el adorno de encaxes pequeños que guarnece la abertura de la camisa de las mugeres por la parte superior, que ciñe y cubre los hombros: el qual regularmente le cosen sobre un pedazo de cinta blanca ò tirilla de lienzo...”, la palabra escote, creo, no suele aparecer envolviendo un par de tetas hasta el siglo diecinueve, como en este ejemplo “concha estaba leve de ropas, con los hombros y el escote al aire. el espejo inglés la reflejaba entre magnolias. –¡qué guapa eres! –le dijo mariuca por saludo, dándole un beso”, que es de 1890, o este otro, “pues te digo que con el terciopelo que gastó la madre en cubrirse hasta las orejas podía haber subido un poquito el escote de la hija... ¡vaya con la indecente!... y la chica es monísima”, que es de 1882. antes la palabra escote más bien se refiere a la parte de una coperacha o vaquita para comer. así dicen las autoridades: “la cantidad que prorata cabe à cada uno de los que se han divertido ù comido en compañía”, y dan un ejemplo del quijote, pero a mí me gusta más este, “monísimo”, que está sacado de los procesos que les hicieron a los brujos de zugarramurdi, que en módicos saraos comían gente desenterrada del panteón de logroño “poniendo en los dichos vanquetes el pan y vino de su casa, que después el gasto repartían entre todos y lo pagavan a escote”. jeje. porcierto #3. en inglés, cleavage, es decir: the cleft between a woman’s breasts as revealed by a low-cut décolletage, no empezó a usarse para hablar del escote hasta el siglo pasado. la aparición más vieja que se conoce es de 1946.)

2.
tetas es una palabra terriblemente inofensiva, y aún así de repente alguien le pone un reparo. digo, el más perfecto traductor de la historia del español, el querido fray luis, la usa en su versión del libro de job: “¿por qué del vientre no muriera; y del vientre saliera y expirara luego? ¿para qué me anticiparon las rodillas? ¿y para qué tetas que mamé?” imposible ponerle un pero. senos tiene cierto encanto, quien la usa parece respetuoso. (elia, expertísima en estos asuntos, se burló hace poco de los niños que se ríen como locos con “las palabras: chiche, mocos, pucha, pito, caca, mojón”. confesión: a mí todavía me hace sonreír el verso 102 del canto iv del inferno: sì ch’io fui sesto tra cotanto senno, que evidentemente no quiere decir “fui sexto entre tanto seno”.) otras son menos felices. pechos tiene un aire de consultorio médico pero su aparición en estos versos de piedra de sol la salvó para siempre:

tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos.

a mamas, en cambio, no la salva nada de ese olor a medicina. la tenaz repetición en secundaria de la palabra teclas la hizo, al menos para mí, perder toda simpatía. ésta es la primera vez que escribo “bubis” y prometo no volverlo a hacer nunca. en inglés, donde bubbies, boobies y boobs son simplemente naturales, hay breast y paps, como en estas líneas de spenser (1595):

her brest like to a bowle of creame uncrudded,
her paps lyke lyllies budded;


hay nombres que recuerdan que los senos contienen leche: jugs, milk-cans, milkers, milk-shakes; otros son nombres casi secretos, como bristols en el rhyming slang de londres, porque titty rima con bristol city; otros que las relacionan con armas con poder letal: bombs, flesh bombs, cannons, bazookas; otros hablan de su naturaleza dual: twin peaks, twofers, headlights (o sea, los faros; en español, las altas son los pezones erectos y visibles en las blusas), the bobsey twins, thelma and louise, wilma and betty, the pointer sisters. ése es genial.

y 3.
el escote es del mundo fresco adorno y heraldo de la alegre primavera: the world’s fresh ornament and only herald to the gaudy spring. es la sola bendición que traen los calores. pienso sobre todo en uno, el de l., que dejé de ver en algún punto odioso del año pasado. para hacerlo más inquietante, más deseable, se le recargaba una virgencita de plata con las manos en oración, como suplicándole algo. el último día nos besamos un poquito. sentía sus tetas (traía una blusita ligerísima y deliciosa) recargadas en mí. después todo se fue al carajo.


grande y dorado es el odio

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Paso las horas muertas de la tarde pensando en el odio. Odio perfectamente a dos personas, una mujer y un hombre, que por pura casualidad resultan ser gringas. (Aunque me sé capaz de odiar individualmente a cualquier gringo o mexicano o francés o lo que sea, no tengo nada en contra de los gringos en general, y en cambio tengo un chingo de cosas a favor de un chingo de gringos en particular: por mencionar algunos vivos: Thomas Keller, Wes Anderson, Jennifer Connely, Bill Murray, Prince, Stephin Merrit, Sufjan Stevens, James Gandolfini, Scarlett Johannsen, David Chase, Leonardo diCaprio, Scorsese, Michael Mann, dj Shadow, mi amiga Nicole, que está guapísima y un día, hace como seis años me dijo con acento de Boston if I wanna fuck someone I just tell that someone I wanna fuck’m and I want to fuck you, Alón, etc etc etc... Se me hace un misterio el odio por un grupo heterogéneo de personas. Hasta podría excluirlo de la lista de formas genuinas del odio; el odio es un ejercicio de la razón, de la inteligencia: es discernir entre centenas de seres humanos a uno por la suma de algunas de sus características. El otro odio –el de los chilangos por los argentinos en la Condesa, los mexicanos por los gringos, los gringos por los franceses, los españoles por los marroquíes– es un ejercicio de la estolidez.) Un día d’éstos, tal vez, trataré de hacer una pequeña biografía del odio –si no tuviera tanta güeva, este texto sería esa biografía–. Obvio: una vez más pasaría por el “odio y amo” de Catulo; también incluiría este epigrama de Arquíloco de Paros:

Sé sólo una cosa importante: responder
con daños terribles a quien daños me hizo.

Estas estancias de Blake:

I was angry with my friend:
I told my wrath, my wrath did end.
I was angry with my foe:
I told it not, my wrath did grow.

And I watered it in fears
Night and morning with my tears,
And I sunned it with smiles
And with soft deceitful wiles.

And it grew both day and night,
Till it bore an apple bright,
And my foe beheld it shine,
And he knew that it was mine,–

And into my garden stole
When the night had veiled the pole;
In the morning, glad, I see
My foe outstretched beneath the tree,

que son preciosas en su solaz por la destrucción del enemigo pero también en su música de jardín inglés. Menos bello pero también poderoso es
God de Isaac Rosenberg. No es difícil odiar a Dios (más bien es facilísimo) pero sí es difícil insultarlo bien: His body lodged a rat where men nursed souls, le dice Rosenberg, y también: Ah! this miasma of a rotting God!

Es cierto, a veces no odiamos a nuestro rival, como sucede en Heat de Michael Mann, pero a veces alimentamos con verdadera pasión el odio por él, como the great Danton y Borden alimentan el suyo en The prestige. Borges es un maestro del odio por el doppelgänger. Él sabe que el odiado es también nosotros mismos. Así termina Los teólogos:

El final de esta historia sólo es referible en metáfora, ya que pasa en el reino de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Éste se interesa tan poco en diferencias religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo, insinuaría una confusión de la mente divina. Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona.


Su otro cuento de odio, Emma Zunz, es más preciso, más frío y aunque no tiene el secreto sentido del humor de Los teólogos, está mejor escrito. Su odio es profundo, recóndito, total. Emma asesina, con un plan genial que implica su propia humillación, al detestado que causó el exilio de su padre. No revelaré los secretos de ese plan pero el último párrafo es perfecto:

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.


Leonard Cohen es el gran poeta de la gestación del odio dentro de nosotros, de la creación del enemigo. No faltaría entonces este poema:

I heard of a man
who says words so beautifully
that if he only speaks their name
women give themselves to him.

If I am dumb beside your body
while silence blossoms like tumors on our lips
it is because I hear a man climb stairs and clear his throat outside the door.

Sí, supe del hombre que habla con tal hermosura que las mujeres se le entregan si pronuncia su nombre, y si estoy ahora inmóvil junto a ti, si el silencio florece en nuestros labios como un tumor, es porque escucho un hombre que sube las escaleras y, atrás de nuestra puerta, se aclara la garganta. Puta madre. También está la impresionante carta que se llama Famous blue raincoat [clic derecho para bajarla]; ¿la copiaré completa?... Sí, al carajo:

It’s four in the morning, the end of December
I’m writing you now just to see if you’re better
New York is cold, but I like where I’m living
There’s music on Clinton Street all through the evening.

I hear that you’re building your little house deep in the desert
You’re living for nothing now; I hope you’re keeping some kind of record.

Yes, and Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear
Did you ever go clear?

Ah, the last time we saw you you looked so much older
Your famous blue raincoat was torn at the shoulder
You’d been to the station to meet every train
And you came home without Lili Marlene

And you treated my woman to a flake of your life
And when she came back she was nobody’s wife.

Well I see you there with the rose in your teeth
One more thin gypsy thief
Well I see Jane’s awake–

She sends her regards.
And what can I tell you my brother, my killer
What can I possibly say?
I guess that I miss you, I guess I forgive you
I’m glad you stood in my way.

If you ever come by here, for Jane or for me
Your enemy is sleeping, and his woman is free.

Yes, and thanks, for the trouble you took from her eyes
I thought it was there for good so I never tried.

And Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear

----------Sincerely, L. Cohen

Cohen dice de ese texto: “it’s too mysterious, too unclear”, tal vez, pero su ambigüedad es su poder. Nomás por comparar, poéticamente Lou Reed nunca alcanza esas alturas (aunque sea una descortesía con él, como la del que cuenta un secreto de un amigo, cuando escriba ese texto no podré evitar citar al propio Lou Reed, que en Magic & Loss: The summation se resigna:

But you can’t be Shakespeare
And you can’t be Joyce
So what is left instead?),

tal vez porque no sabe ser ambiguo. Ahí está, por ejemplo, Sick of you, que viene en New York:

Well I know one thing that really is true
This here’s a zoo and the keeper ain’t you
And I’m sick of it, I’m sick of you…

Etcétera. Pero el poema más cabrón del odio, que copio acá para que no se me olvide, es este:

Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.

Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.

Nacen del odio mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.

Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.

Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.

El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

Pinche Lizalde, cuánta razón tiene. Después de ese poema ya está muy difícil escribir algo más o menos coherente sobre el odio. Escribo sobre el odio para distraerme del odio, para no tener que pensar que, frente a estas dos personas a quienes odio perfecta y totalmente, si las consecuencias legales no fueran tan abrumadoras, sin vacilar jalaría el gatillo.


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