Darío entero


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He aquí, finalmente, el poema completo de Rubén Darío. Difiere un poco del que dejó en este blog, durante el largo fin de semana, un Pseudopausanias. Esto se debe a que no está tomado de Darío total sino de la Nueva antología del modernismo (1970, FCE), a cuyo desentarramiento contribuyó enormemente Miguel Palma. En ese volumen Pacheco dice: “Con su urientalismo y su japonecedad, Los versos para Rocío son, sencillamente, un poema entrañable, el aliento final de un modernista”. Y ya.

Éste era un rey que tenía
una fusca con diamantes,
un corrido hecho en Coahuila
y un rebaño de gañanes;
una Hummer “made in China”,
una gran casa en Cancún,
y una gentil princesita,
tan salsita, Rochillito,
tan salsita como tú.

Una tarde la princesa
vio un martini aparecer;
la princesa era traviesa
y lo quiso ir a coger.

Lo quería para hacerse
preparar un reventón
con un whiskey y una chela,
un mojito y un jaibol.

Y se fue la niña bella
a aquel antro a escudriñar
y a tomar ese martini
que la hacía suspirar.

Y siguió la linda niña
hasta que encontró ese bar;
lo malo era que ella iba
sin permiso de papá.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
fuman mota, cortan coca,
chupan mucho. Son así.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los tanques del alcohol,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: “¿Qué te has hecho?,
te he buscado y no te hallé;
¿y qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?”

La princesa no mentía,
y pus dijo la verdad:
“Fui a cortar mi cocaína
y a inhalarla sin parar.”

Y el rey clama: “¿No te he dicho
que la coca hay que guardar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.”

Y ella dice: “No hagas bronca;
ya me fui. Ve tú a saber:
fue la mota, fue la coca,
fue el martini, no lo sé.”

Y el papá dice enojado:
“¡Ah qué ganas de joder!
Vuelve al bar ese de al lado
el martini a devolver.”

La princesa se entristece
por su chupe de agua azul,
cuando entonces aparece
sonrïendo el buen Jesús:

Y le dice: “Caipiriñas
y un martini le ofrecí;
son los tragos de las niñas
que al soñar piensan en mí.”

Sirve el rey chupes gigantes
y luego hace desfilar
cuatrocientos y un gañanes
desde el cerro hasta Amatlán.

La princesita está loca
pues ya sirve mucho alcohol,
fuma mota, corta coca,
chupa mucho y ya cogió.


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