grande y dorado es el odio


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acuérdate de mí­ (en los dí­as de tu juventud)(?)



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Paso las horas muertas de la tarde pensando en el odio. Odio perfectamente a dos personas, una mujer y un hombre, que por pura casualidad resultan ser gringas. (Aunque me sé capaz de odiar individualmente a cualquier gringo o mexicano o francés o lo que sea, no tengo nada en contra de los gringos en general, y en cambio tengo un chingo de cosas a favor de un chingo de gringos en particular: por mencionar algunos vivos: Thomas Keller, Wes Anderson, Jennifer Connely, Bill Murray, Prince, Stephin Merrit, Sufjan Stevens, James Gandolfini, Scarlett Johannsen, David Chase, Leonardo diCaprio, Scorsese, Michael Mann, dj Shadow, mi amiga Nicole, que está guapísima y un día, hace como seis años me dijo con acento de Boston if I wanna fuck someone I just tell that someone I wanna fuck’m and I want to fuck you, Alón, etc etc etc... Se me hace un misterio el odio por un grupo heterogéneo de personas. Hasta podría excluirlo de la lista de formas genuinas del odio; el odio es un ejercicio de la razón, de la inteligencia: es discernir entre centenas de seres humanos a uno por la suma de algunas de sus características. El otro odio –el de los chilangos por los argentinos en la Condesa, los mexicanos por los gringos, los gringos por los franceses, los españoles por los marroquíes– es un ejercicio de la estolidez.) Un día d’éstos, tal vez, trataré de hacer una pequeña biografía del odio –si no tuviera tanta güeva, este texto sería esa biografía–. Obvio: una vez más pasaría por el “odio y amo” de Catulo; también incluiría este epigrama de Arquíloco de Paros:

Sé sólo una cosa importante: responder
con daños terribles a quien daños me hizo.

Estas estancias de Blake:

I was angry with my friend:
I told my wrath, my wrath did end.
I was angry with my foe:
I told it not, my wrath did grow.

And I watered it in fears
Night and morning with my tears,
And I sunned it with smiles
And with soft deceitful wiles.

And it grew both day and night,
Till it bore an apple bright,
And my foe beheld it shine,
And he knew that it was mine,–

And into my garden stole
When the night had veiled the pole;
In the morning, glad, I see
My foe outstretched beneath the tree,

que son preciosas en su solaz por la destrucción del enemigo pero también en su música de jardín inglés. Menos bello pero también poderoso es
God de Isaac Rosenberg. No es difícil odiar a Dios (más bien es facilísimo) pero sí es difícil insultarlo bien: His body lodged a rat where men nursed souls, le dice Rosenberg, y también: Ah! this miasma of a rotting God!

Es cierto, a veces no odiamos a nuestro rival, como sucede en Heat de Michael Mann, pero a veces alimentamos con verdadera pasión el odio por él, como the great Danton y Borden alimentan el suyo en The prestige. Borges es un maestro del odio por el doppelgänger. Él sabe que el odiado es también nosotros mismos. Así termina Los teólogos:

El final de esta historia sólo es referible en metáfora, ya que pasa en el reino de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Éste se interesa tan poco en diferencias religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo, insinuaría una confusión de la mente divina. Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona.


Su otro cuento de odio, Emma Zunz, es más preciso, más frío y aunque no tiene el secreto sentido del humor de Los teólogos, está mejor escrito. Su odio es profundo, recóndito, total. Emma asesina, con un plan genial que implica su propia humillación, al detestado que causó el exilio de su padre. No revelaré los secretos de ese plan pero el último párrafo es perfecto:

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.


Leonard Cohen es el gran poeta de la gestación del odio dentro de nosotros, de la creación del enemigo. No faltaría entonces este poema:

I heard of a man
who says words so beautifully
that if he only speaks their name
women give themselves to him.

If I am dumb beside your body
while silence blossoms like tumors on our lips
it is because I hear a man climb stairs and clear his throat outside the door.

Sí, supe del hombre que habla con tal hermosura que las mujeres se le entregan si pronuncia su nombre, y si estoy ahora inmóvil junto a ti, si el silencio florece en nuestros labios como un tumor, es porque escucho un hombre que sube las escaleras y, atrás de nuestra puerta, se aclara la garganta. Puta madre. También está la impresionante carta que se llama Famous blue raincoat [clic derecho para bajarla]; ¿la copiaré completa?... Sí, al carajo:

It’s four in the morning, the end of December
I’m writing you now just to see if you’re better
New York is cold, but I like where I’m living
There’s music on Clinton Street all through the evening.

I hear that you’re building your little house deep in the desert
You’re living for nothing now; I hope you’re keeping some kind of record.

Yes, and Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear
Did you ever go clear?

Ah, the last time we saw you you looked so much older
Your famous blue raincoat was torn at the shoulder
You’d been to the station to meet every train
And you came home without Lili Marlene

And you treated my woman to a flake of your life
And when she came back she was nobody’s wife.

Well I see you there with the rose in your teeth
One more thin gypsy thief
Well I see Jane’s awake–

She sends her regards.
And what can I tell you my brother, my killer
What can I possibly say?
I guess that I miss you, I guess I forgive you
I’m glad you stood in my way.

If you ever come by here, for Jane or for me
Your enemy is sleeping, and his woman is free.

Yes, and thanks, for the trouble you took from her eyes
I thought it was there for good so I never tried.

And Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear

----------Sincerely, L. Cohen

Cohen dice de ese texto: “it’s too mysterious, too unclear”, tal vez, pero su ambigüedad es su poder. Nomás por comparar, poéticamente Lou Reed nunca alcanza esas alturas (aunque sea una descortesía con él, como la del que cuenta un secreto de un amigo, cuando escriba ese texto no podré evitar citar al propio Lou Reed, que en Magic & Loss: The summation se resigna:

But you can’t be Shakespeare
And you can’t be Joyce
So what is left instead?),

tal vez porque no sabe ser ambiguo. Ahí está, por ejemplo, Sick of you, que viene en New York:

Well I know one thing that really is true
This here’s a zoo and the keeper ain’t you
And I’m sick of it, I’m sick of you…

Etcétera. Pero el poema más cabrón del odio, que copio acá para que no se me olvide, es este:

Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.

Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.

Nacen del odio mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.

Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.

Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.

El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

Pinche Lizalde, cuánta razón tiene. Después de ese poema ya está muy difícil escribir algo más o menos coherente sobre el odio. Escribo sobre el odio para distraerme del odio, para no tener que pensar que, frente a estas dos personas a quienes odio perfecta y totalmente, si las consecuencias legales no fueran tan abrumadoras, sin vacilar jalaría el gatillo.


13 comments

  1. Blogger Mario S. 

    Odio quiero más que indiferencia...

  2. Blogger Carmen 

    Con ese poema de Lizalde cabe la cita de un escritor chiflado en un cuento por Rubem Fonseca:
    Los libros de poesía merecen ser leídos sólo una vez y después destruidos para que los poetas muertos dejen lugar los vivos y no los dejen petrificados.

    Conste que todavía no quiero que muera Lizalde.

  3. Blogger Unknown 

    Excelente!! Se odia como se ama, digo yo.

  4. Blogger alonso ruvalcaba 

    se odia como se ama, sin duda. se elige al odiado también. argh.

    jeje, a mí me da igual si se muere lizalde. de cualquier modo ya hizo su poema del odio...

  5. Anonymous Anonymous 

    En realidad no es que las consecuencias legales sean tan abumadoras, sino la fisonomía de tu odio lo que impide que jales del gatillo, sin importar quién seas y qué venga después. El odio, creo, no excluye las coartadas; ahí tienes a la misma Emma Sunz de quien hablabas, por ejemplo.

    A propósito de esa biografía, tal vez cabría mencionar a la figura del odiado, el receptor del veneno. ¿Qué pasa con él cuando es consciente del odio de otro? Porque todos o casi todos interpretamos ambos papeles, y a veces al mismo tiempo.

    Como sea, el odio es una fuerza poderosa. Ayuda a pervivir, contra y a pesar de todo.

  6. Blogger alonso ruvalcaba 

    sin duda hay que mencionar al odiado. esa biografía necesita un trabajo sabroso detrás, que ni qué.

  7. Anonymous Anonymous 

    mi odiado eres tú. El texto, te lo sabes de memoria.

  8. Blogger Adrián Santuario 

    Lástima: creo no me gané las suscripciones.

    Sugerente l’antrobiótica de hoy.


    Nota al margen:

    Nos cuenta
    Voltaire
    que Newton odiaba tanto a Hooke que mandó desaparecer el único retrato que se poseía de él en la Royal Society [de hecho, el retrato que nos muestra la Wiki fue encontrado en uno de los áticos de la Royal con el nombre borrado de quien pertenecia: se especula que es el de Hooke].

  9. Blogger Gabo 

    ¡Grandioso post! Cuando escribas tu biografía incluye la relación de amor y odio entre regios y chilangos. Saludos

  10. Anonymous Anonymous 

    qué bueno que los escotes algo te sugirieran, mi buen santuario. y gabo, incluiré eso entre los odios irracionales!

  11. Blogger pk 

    órale, alón, buen ensayo, voy a pensarlo y te comento con calma. de mientras, como voy de prisa, te dejo un arbazo fuerte.

  12. Anonymous Anonymous 

    ¿y la carta del odio?

  13. Blogger Professor Zero 

    El post, y sus citas, son maravillosos."Ah! This miasma of a rotting God!" ;-)

comments

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