Leonard Cohen es el gran poeta de la gestación del odio dentro de nosotros, de la creación del enemigo. No faltaría entonces este poema:
I heard of a man
who says words so beautifully
that if he only speaks their name
women give themselves to him.
If I am dumb beside your body
while silence blossoms like tumors on our lips
it is because I hear a man climb stairs and clear his throat outside the door.
Sí, supe del hombre que habla con tal hermosura que las mujeres se le entregan si pronuncia su nombre, y si estoy ahora inmóvil junto a ti, si el silencio florece en nuestros labios como un tumor, es porque escucho un hombre que sube las escaleras y, atrás de nuestra puerta, se aclara la garganta.
Puta madre. También está la impresionante carta que se llama
Famous blue raincoat [
clic derecho para bajarla]; ¿la copiaré completa?... Sí, al carajo:
It’s four in the morning, the end of December
I’m writing you now just to see if you’re better
New York is cold, but I like where I’m living
There’s music on Clinton Street all through the evening.
I hear that you’re building your little house deep in the desert
You’re living for nothing now; I hope you’re keeping some kind of record.
Yes, and Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear
Did you ever go clear?
Ah, the last time we saw you you looked so much older
Your famous blue raincoat was torn at the shoulder
You’d been to the station to meet every train
And you came home without Lili Marlene
And you treated my woman to a flake of your life
And when she came back she was nobody’s wife.
Well I see you there with the rose in your teeth
One more thin gypsy thief
Well I see Jane’s awake–
She sends her regards.
And what can I tell you my brother, my killer
What can I possibly say?
I guess that I miss you, I guess I forgive you
I’m glad you stood in my way.
If you ever come by here, for Jane or for me
Your enemy is sleeping, and his woman is free.
Yes, and thanks, for the trouble you took from her eyes
I thought it was there for good so I never tried.
And Jane came by with a lock of your hair
She said that you gave it to her
That night that you planned to go clear
----------Sincerely, L. Cohen
Cohen dice de ese texto: “it’s too mysterious, too unclear”, tal vez, pero su ambigüedad es su poder. Nomás por comparar, poéticamente Lou Reed nunca alcanza esas alturas (aunque sea una descortesía con él, como la del que cuenta un secreto de un amigo, cuando escriba ese texto no podré evitar citar al propio Lou Reed, que en
Magic & Loss: The summation se resigna:
But you can’t be Shakespeare
And you can’t be Joyce
So what is left instead?),
tal vez porque no sabe ser ambiguo. Ahí está, por ejemplo, Sick of you, que viene en New York:
Well I know one thing that really is true
This here’s a zoo and the keeper ain’t you
And I’m sick of it, I’m sick of you…
Etcétera. Pero el poema más cabrón del odio, que copio acá para que no se me olvide, es este:
Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
Nacen del odio mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.
Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.
Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.
El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.
Pinche Lizalde, cuánta razón tiene. Después de ese poema ya está muy difícil escribir algo más o menos coherente sobre el odio. Escribo sobre el odio para distraerme del odio, para no tener que pensar que, frente a estas dos personas a quienes odio perfecta y totalmente, si las consecuencias legales no fueran tan abrumadoras, sin vacilar jalaría el gatillo.
Odio quiero más que indiferencia...
Con ese poema de Lizalde cabe la cita de un escritor chiflado en un cuento por Rubem Fonseca:
Los libros de poesía merecen ser leídos sólo una vez y después destruidos para que los poetas muertos dejen lugar los vivos y no los dejen petrificados.
Conste que todavía no quiero que muera Lizalde.
Excelente!! Se odia como se ama, digo yo.
se odia como se ama, sin duda. se elige al odiado también. argh.
jeje, a mí me da igual si se muere lizalde. de cualquier modo ya hizo su poema del odio...
En realidad no es que las consecuencias legales sean tan abumadoras, sino la fisonomía de tu odio lo que impide que jales del gatillo, sin importar quién seas y qué venga después. El odio, creo, no excluye las coartadas; ahí tienes a la misma Emma Sunz de quien hablabas, por ejemplo.
A propósito de esa biografía, tal vez cabría mencionar a la figura del odiado, el receptor del veneno. ¿Qué pasa con él cuando es consciente del odio de otro? Porque todos o casi todos interpretamos ambos papeles, y a veces al mismo tiempo.
Como sea, el odio es una fuerza poderosa. Ayuda a pervivir, contra y a pesar de todo.
sin duda hay que mencionar al odiado. esa biografía necesita un trabajo sabroso detrás, que ni qué.
mi odiado eres tú. El texto, te lo sabes de memoria.
Lástima: creo no me gané las suscripciones.
Sugerente l’antrobiótica de hoy.
Nota al margen:
Nos cuenta
Voltaire que Newton odiaba tanto a Hooke que mandó desaparecer el único retrato que se poseía de él en la Royal Society [de hecho, el retrato que nos muestra la Wiki fue encontrado en uno de los áticos de la Royal con el nombre borrado de quien pertenecia: se especula que es el de Hooke].
¡Grandioso post! Cuando escribas tu biografía incluye la relación de amor y odio entre regios y chilangos. Saludos
qué bueno que los escotes algo te sugirieran, mi buen santuario. y gabo, incluiré eso entre los odios irracionales!
órale, alón, buen ensayo, voy a pensarlo y te comento con calma. de mientras, como voy de prisa, te dejo un arbazo fuerte.
¿y la carta del odio?
El post, y sus citas, son maravillosos."Ah! This miasma of a rotting God!" ;-)