Freud para principiantes
spat Thursday, August 25, 2005 by alonso ruvalcaba | mándalo por mail
Ayer, en mi cumpleaños, comí callos en la Covadonga (Puebla 121, colonia Roma): densos, compactos, rojos, deliciosos. En la madrugada soñé que llegaba a mi departamento -pero no estaba en un edificio del centro de la ciudad de México, sino en el motel donde Robert de Niro encuentra a la infiel Ashley Judd en Fuego contra fuego- y estaba lleno de basura miscelánea húmeda. "Son todas las cosas que nunca has tirado", me decía Javier, el portero. Había una guitarra envuelta en periódico, un suéter beige que usaba cuando según yo era "actor", lámparas inservibles, un paquetito de fotos que no quise abrir, una vaca de peluche. Pensaba, primero, que hacía siglos me había deshecho de todo aquello. Después repetía un verso de Hoy he tenido un sueño con amigos: "Desperté en lo mejor de mi discurso". Muchas cosas estaban enmohecidas o rotas. La más extraña de todas era un pequeño pene que en vez de pelos tenía cables y daba toques. Entonces recordaba otro verso (Shakespeare, Sonnets, XXXI, 9): Hung with the trophies of my lovers gone: colgado con los trofeos de mis amantes idos... Desperté empapado en sudor a vomitar varias veces. Los espasmos me doblaban. Maldije cada callo de la tarde, cada copa de vino, cada cumpleaños gastado inútilmente. Cuando me volví a dormir, no me sorprendió soñar que llegaba a mi departamento, que estaba un motel gringo...
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