Obra de esteta, la elegía no pretende ser una confesión; obra fría, no brota de un corazón oprimido. Pero, en una ciudad chismosa como Roma, las gentes sabían que tal o cual noble o poeta tenía tal o cual amante; se pensaba, por tanto, que aquella cruel a la que él cantaba en sus versos y la manceba real eran necesariamente una sola y misma persona, pues siempre se ha creído, a la vez, que los poetas mienten y que la poesía habla de algo: ante un poema, se busca instintivamente cuál será su equivalente en la realidad. (A muchas personas les ha costado trabajo comprender que la pintura abstracta no representa nada...) Y la menor experiencia revela también que, aún en nuestros días, la credulidad de los lectores es infinita. Publicad cualquier articulillo fantasioso, recargado, pero en primera persona y, de París a Tokio, todos vuestros amigos y conocidos verán allí vuestra autobiografía; eso no falla.
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DANZA CON LOBOS-------------
ERECCIONES Y HUMEDADES-------------