spat Monday, December 31, 2007 by alonso ruvalcaba. 
entonces voy caminando sobre missisippi o río rhin, hace como diez años, y voy extremadamente pedo. debe ser 1997 porque en el discman viene sonando (no me juzguen) el ok computer de radiohead. desde la calle de enfrente alguien me llama: “chavo!” (no estoy tan chavo pero bueh). “mande?”y dos mujeres que me parecen gravemente hermosas me dicen “ven ven”. voy, y me cuidan, y me dicen come algo, y les pregunto “por qué me cuidan?” y me dicen “qué importa?” y me llevan a un antro cuyo nombre ya no recuerdo (“el celular?”) y yo les digo: “nononono, déjenme cocinarles algo”, y ellas: “no mames, duérmete”, pero insisto y me dejan pasar a la cocina; nunca he visto una peor cocina pero hay seis huevos y sal y pimienta; cojo la sartén, abro el fuego y salen como quince cucarachas disparadas; les digo: no hay pedo. hago tres omelettes, los sirvo y luego se me olvida el resto de la noche. hace diez años que no me acordaba de esa noche y ahora que la tengo no sé qué hacer con ella.
spat Thursday, December 27, 2007 by alonso ruvalcaba. 
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the jimmy castor bunch: e-man groovin
[sobre todo por drácula. divertida y muy sabrosa]

undisputed truth: cosmic truth
[tan ácido como su portada]

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spat Saturday, December 22, 2007 by alonso ruvalcaba. 

me imagino a julia: por ahí de agosto nos sentábamos en el piso, fumábamos y bebíamos vino en la mañana; su sonrisa era invencible. se levanta ahora, va a trabajar en domingo igual que yo, bebe cerveza en la condesa, toma un taxi y al llegar a su casa algo la distrae, un perro o cualquier cosa, y mejor se apura porque todo ese tramo es muy oscuro. me imagino a isabel: en septiembre regresó contentísima, con un guión ya listo y quién sabe cuántos gigas de fotos nuevas. luego algo adentro se le quebró. me llamó y no entendí nada, me llamaron del hospital y me llamó la familia. cuando la vi me impresionó: flaca, imposiblemente ojerosa y triste; me veía y lloraba. ahora no sé: vive en otra ciudad, se le olvidó la mitad de los últimos cuatro meses y el otro día me mandó un mensajito: “alonso no existe”. me imagino a pilar: la recuerdo abrazándome en mi casa o en la suya, o sonriendo interminablemente en la portales, pero también corriéndome o aventándome vino en la cara. ahora se levanta y ve los microsillones que compramos juntos, muertos de risa y medio borrachos; le estorban en su sala nueva y se pregunta cuándo carajos voy a ir por ellos. anoche fui solo a lampuga, pedí una botella de blanco y me puse a leer; no estaba triste ni contento sino cansado. siendo estrictos, todos los días se está acabando un año.
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spat Tuesday, December 18, 2007 by alonso ruvalcaba. 

la primera vez que me emborraché fue a los diez años con vino tinto en el dos puertas de san ángel. dicen que hablé muy alto y conté la mitad del doctor jekyll. a los doce empecé con la cerveza y probé mi primer whisky, que no me supo mal aunque me puso pendejísimo. luego chava y yo comenzamos a mezclar mota y ron: salíamos a andar en bicicleta y nos caíamos en cada esquina. en 1989 conocí a saít y nos hicimos cuates al instante. en su casa había un excelente bar con mesitas donde nos aplastábamos todos los días –yo, obvio, ya había mandado a la verga la escuela– y donde, una vez, en un ataque de sinceridad, me rapó para justificar oblicuamente la derrota sexual que era mi vida [y la suya también]. después se unieron el briaga, ariza, gerardo, mauricio y el chamuco, que agregó tachas a las mezclas usuales. para 1994 nos atascábamos de cualquier mierda: alcohol, “smart drinks”, mescalina, mota, chochos, tachas normales o naturistas, ácidos. al rato llegó mónica, que traía un grapón de coca bajo el brazo. a mí me gustaba con cerveza, al fin que todo termina sabiendo a aluminio. entonces sí la memoria y lo que quedaba del cerebro se fueron a la mierda: activo, heroína, noches que duran muchos días, amaneceres teporochos en el centro o en cualquier parte [en la placita de chueca, en madrid, la tira me despertó a patadas], acostones con quién sabe quién, vómito y olvido. siempre olvido: la vida que sucede como si no sucediera, la vida como jerga, historia apestosa que necesita que te la cuenten, improductiva e idiota, injustificada como todas las demás, ni más feliz ni más infeliz. y, digo, hablando en serio: ¿a quién carajos le importa?